Juan Gallardo (Almería, España 1973)
Decano de estudiantes en Sharpstown, Houston
Consultor del DUA
Coautor de la Saga Hyperlink, 423 Colores y El Último Viaje de Tisbea
Desde que los seres humanos tenemos conciencia de serlo, hemos sido grandes amantes de las historias. Como escritor, me ha sorprendido siempre y me sigue sorprendiendo cómo casi todas las historias tienen una serie de elementos similares, desde tiempos prerrománicos hasta nuestros días.
El héroe de nuestras historias se muestra en su mundo habitual, un mundo habitual que o se rompe o debe cambiar, nuestro héroe se lanza a la aventura y con la ayuda de un mentor termina alcanzando su objetivo. Su aventura, a veces de una manera metafórica, las más veces de manera literal, implica un viaje.
Esos ritos de paso, esas paradas y fases necesarias de los viajes están presentes en todas las fases de nuestra vida, no solo en las historias, y desde luego son la mejor guía para entender una educación inclusiva y universal.
Al emprender el viaje de su propia educación, nuestros estudiantes deben estar motivados, o encontrar esa motivación y que esa motivación se mantenga hasta que sepan regularla, cuándo descansar, cuándo cambiar de una actividad a otra, y eso es muy difícil sin la ayuda de un mentor que les haga la información accesible, entendible hasta el punto que el estudiante pueda comprender sus causas, sus efectos, y como esa información o habilidades se conectan con su vida, sus capacidades y con otras disciplinas, y lograr estar listo entonces para hacer uso de esa información de una manera personalizada, llegando incluso a ser capaz de ser el mismo el mentor de otros estudiantes, no hay mejor manera de aprender algo que enseñarlo, eso no es nada nuevo, pero persistimos en olvidarlo.
Quien conozca el DUA se dará cuenta de cómo he ido tocando, con mayor o menor fortuna, cada uno de sus principios en el párrafo anterior, pero parece que no basta para hacerse una imagen mental, así que les propongo tomar el camino contrario, vamos a explorar lo que no es el DUA. Y vamos a hacerlo comentando ese viaje, como si tuviéramos una especie de GPS que más que indicarnos a dónde ir, nos dice a dónde no ir, qué caminos esquivar.
El DUA no es imposición
La educación debe replantearse la figura y la acción del maestro, el maestro no debe ser (ni nunca debió serlo) una especie de jefe, de figura autoritaria para los estudiantes, si hacemos una analogía con el viaje, no debe de ser ni el conductor de esa especie de autobús, ni tampoco un personaje que simplemente señala el camino para que el estudiante lo siga, el educador debe caminar con el estudiante, observar sus pasos pero no darlos por él, conectar la enseñanza con las necesidades y habilidades del estudiante, desarrollar habilidades nuevas, pero no debe aprender por él, si acaso debe aprender con él.
El DUA no es sumisión
La noción del maestro abandonando una situación de autoridad infranqueable ha sido sin embargo muy malentendida durante los últimos años a tenor del vicio que tenemos de entender el mundo en absolutos y contrarios; no se trata de que el docente pase de jefe a un siervo del estudiante, el docente debe ser su compañero de viaje, un viaje en el que el respeto no debe correr solo en un sentido, sino que debe ser mutuo, con una flexibilidad que debe adecuarse a las necesidades del estudiante, pero también a las del estilo y la personalidad del maestro.
El DUA no es adoctrinamiento
El maestro tampoco debe ser una especie de cubo de conocimiento y nociones que vacía en la mente de nuestros estudiantes, no debe “aprender por él” sino con él. La cultura no es una serie de elementos que flotan en el aire ajenos entre sí, lo más valioso está en la manera en que eso elementos de conectan, se acompañan, se afectan, y se relacionan, y el maestro debe ayudar a que el estudiante haga esas conexiones, la educación sin comprensión profunda, la que debe surgir desde dentro, se llama de otra manera: adoctrinamiento.
El DUA no es una especie de modalidad moderna de educación especial
Otro error muy frecuente es el de entender la inclusividad como educación especial, o limitada solo a la variedad del cuerpo estudiantil, cuando la inclusividad verdadera, o la universalidad, para apelar más directamente al DUA, incluye al profesorado, a los padres, a la comunidad, al equipo directivo, la escuela de al lado, la ciudad de al lado, la gente más y menos pudiente, lo universal es el todo.
El DUA no rechaza los aspectos de la pedagogía tradicional que funcionan
Muchos docentes temen que, si abrazan el Diseño Universal, deben de dejar de llevar a cabo prácticas docentes que han funcionado con éxito en sus clases. Nada de eso, el DUA solo les ayudará a situar esas prácticas en su contexto y les mostrarán en qué principios se quedan cortos.
El DUA no es nuevo
El Diseño Universal para el Aprendizaje no ha inventado nada, solo nos muestra lo que ya éramos, lo que nos contaban nuestras historias, lo que otras disciplinas como el mundo de las artes ha practicado antes, pero la educación oficial, o los que la manejan, se han empeñado en entender la educación como algo diferente a la vida, diferente a su aplicación, y lo que es peor, exclusivo para unos cuantos. Siempre lo supimos, pero ¿qué hicimos al respecto?
El DUA es, al final de todo, esa palabra
Hay múltiples estudios sobre la conexión entre las emociones y el aprendizaje, siempre me ha encantado la cita de Maya Angelou, porque es tan cierta como evidente: “La gente olvidará lo que dijiste, olvidará lo que hiciste, pero nunca olvidará cómo la hiciste sentir”.
A veces las palabras más sencillas son las más difíciles de pronunciar, pero siento que a la educación le falta una buena medida de cariño, de afecto, de amor, de conexión, y esa carencia nace de dinámicas que me interesa poco comprender. Creo firmemente que la educación es el mejor de los regalos, es ese tesoro que nadie te puede arrebatar. Educar es, en mi opinión, un acto de amor, tal vez el acto de amor más elevado y desinteresado posible, y el DUA ofrece el enfoque perfecto para que ese acto se expanda en todas las direcciones, sobre todo en la dirección futura.