Hasta hace relativamente poco tiempo fue idea generalizada que el Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) mejoraba espontáneamente con el pasar de los años y que en la edad adulta ya se había superado; esto llevó a que, con frecuencia, los padres descuidaran el tratamiento esperando la remisión, que se creía que era el curso natural de este trastorno. La realidad es que en las dos terceras partes de los casos, el TDAH persiste durante toda la vida, arrastrando el paciente todas las deficiencias y frustraciones producto del trastorno en sí o del tratamiento interrumpido, inadecuado o no efectuado.
¿Qué adultos llegan al consultorio buscando ayuda para su TDAH? A continuación se van a considerar los casos más representativos:
El paciente diagnosticado y tratado desde la niñez o adolescencia, que ha recibido tratamiento adecuado y quien, al iniciar sus estudios universitarios observa que aún tiene dificultad significativa para atender durante las clases y para estudiar en casa, no contando ahora con el control ni la supervisión de los padres.
El paciente diagnosticado durante la niñez o adolescencia y que nunca recibió tratamiento adecuado o que lo recibió sólo por un tiempo y a quien sus padres interrumpieron la medicación por temor infundado, por malos consejos, por información equivocada o por creer que ya no era necesaria.
El hermano mayor de un paciente que recibe tratamiento por TDAH, a quien nunca se le diagnosticó ni trató y en quien sus padres sospechan el trastorno por las dificultades que presenta para ingresar a la universidad, en la universidad misma o en su vida familiar o laboral.
El padre o la madre de un paciente en tratamiento, quien en la consulta reconoce que tiene las mismas características de su hijo diagnosticado como TDAH. Esto lo lleva a buscar ayuda por las dificultades que se le presentan en el aspecto laboral o en las relaciones familiares o sociales.
El adulto que ha recibido información sobre el TDAH a través de familiares, amigos, profesionales o medios de comunicación y que con frecuencia nunca ha sido diagnosticado ni tratado; ha tenido dificultades escolares, familiares y sociales, tal vez no haya terminado el colegio o la universidad; probablemente haya consumido o consuma drogas, no tenga ocupación regular o satisfactoria y su vida personal y familiar sea problemática.
El adulto que ha tenido noticias sobre el TDAH a través de medios de comunicación del país o del extranjero y que se ha informado por la Internet o por revistas y libros, quien debido a su inteligencia y esfuerzo ha logrado superar las dificultades propias del déficit de atención y se desenvuelve exitosamente como profesional o empresario, pero considera que el tratamiento farmacológico podría hacerle más fácil el trabajo diario. Muchas veces la quiebra de su empresa por la crisis económica lo ha obligado a tomar un empleo, en el cual le es muy difícil cumplir con los horarios y otras exigencias.
El diagnóstico del TDAH en el adulto debe ser efectuado por un profesional experto en el tema y exige que el trastorno se haya iniciado en la niñez; esto presupone que haya sido diagnosticado en la niñez o en la adolescencia, o que exista suficiente información para efectuar el diagnóstico retrospectivamente, por lo que es importante interrogar a uno de los padres, especialmente a la madre. El siguiente enlace ayuda a determinar su persistencia en la edad adulta:
http://misc.medscape.com/pi/editorial/clinupdates/2003/2499/adler-adhdscreen.pdf
La medicación que se utiliza para el TDAH en el niño y adolescente es igualmente efectiva en el adulto, pero su utilidad práctica va a depender de lo motivado que él esté para aprovechar la mejoría en la capacidad de atender y utilizarla para trabajar o estudiar con más efectividad.
El tratamiento farmacológico es a base de medicamentos estimulantes, de la atomoxetina y de antidepresivos que tienen también efecto sobre el déficit de atención (bupropion o venlafaxina). El único medicamento estimulante que se consigue en nuestro medio —y que es el medicamento más usado en todo el mundo en los últimos cuarenta años— es el metilfenidato (inhibidor de la recaptación de la dopamina), cuya efectividad ha sido demostrada ampliamente para el control de la hiperactividad, la impulsividad, el déficit de atención y, en menor grado, para los problemas de conducta. De acuerdo a las características del paciente, especialmente si hay depresión, ansiedad, o tics asociados al TDAH —o si el paciente no tolera el metilfenidato— puede optarse por la atomoxetina (inhibidor de la recaptación de la norepinefrina). El bupropión o la venlafaxina puede usarse si existe depresión asociada, aunque el efecto sobre la atención es modesto. Los estabilizadores de ánimo, medicamentos usados principalmente como anticonvulsivos, pueden usarse en pacientes desafiantes o violentos; como estos medicamentos no tienen efecto sobre la atención, deberá asociárseles a un medicamento estimulante o a la atomoxetina.
Como lo más probable es que el adulto con TDAH que busca ayuda tenga algún trastorno asociado —especialmente depresión, ansiedad o trastorno de conducta— va a necesitar, de acuerdo a la severidad del problema, terapia psicológica además de la medicación. Una modalidad terapéutica que ayuda a estructurar la vida diaria y las actividades del paciente, iniciada hace más de una década en los Estados Unidos de Norteamérica, es el coaching para el TDAH, que se emplea en nuestro país desde comienzos del año 2005, siendo en este campo el Perú pionero en Iberoamérica. El éxito del tratamiento del TDAH en el adulto dependerá de la motivación que este tenga y del apoyo que le preste su cónyuge o pareja.
Finalmente, como el adulto con TDAH puede tener hijos con el mismo trastorno, esto complica el manejo de los niños y adolescentes con este problema, especialmente cuando el adulto no ha recibido tratamiento adecuado y no ha aprendido a manejar su problema.
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El Dr. Armando Filomeno es médico neurólogo, asesor fundador del APDA y de la Asociación Síndrome de Tourette del Perú. Ejerce la práctica profesional en el Instituto Médico Miraflores. Teléfono: 422-3108. Correo electrónico: armandofilomeno@yahoo.com
Artículo aparecido en el boletín electrónico n.º 3 del APDA, del 22 de marzo del 2004. Actualizado el 9.01.2006.