Asociación Peruana de Déficit de Atención
14 de marzo de 2005
Editorial
El TDAH en los adultos en la práctica neurológica diaria: Dr. Michael Finkel (USA)
Testimonio de la mamá de un joven universitario con TDAH
La interrrelación entre el Trastorno Negativista Desafiante y el TDAH (Parte I):
Dr. Orlando Villegas (USA)
Estrategias de enseñanza para problemas de aprendizaje: Lic. Carla Sandoval
De la mano con María Teresa Hill: Consejos pedagógicos de la educadora uruguaya
Anuncios y enlaces: Curso de coaching, entrevista, cartas, artículos, reseña
Editorial
En este boletín, como en el tercero, presentamos un artículo en forma de carta, escrito por un neurólogo norteamericano, cuya numerosa práctica privada le hace difícil enviar un artículo formal. Con este tipo de contribuciones rescatamos la invalorable experiencia clínica de médicos destacados que se dedican fundamentalmente a la atención de pacientes.
También contamos con otros dos artículos internacionales, uno de ellos escrito por un psicólogo peruano que radica en los EEUU y el otro por una educadora uruguaya, quien es presidenta del FORO Iberoamericano de Déficit de Atención. Igualmente, figura el artículo de una psicóloga peruana y el testimonio de la madre de un joven universitario con TDAH.
Deseamos comunicar que la web del APDA cuenta desde ahora con una sección de artículos en inglés, que fueron escritos originalmente en ese idioma y que han sido publicados en nuestros boletines traducidos al castellano; pensamos ir ampliando este espacio.
Esperando que la información que proporcionamos sea de utilidad para ustedes, les deseamos un buen inicio del año escolar!!!
Beatriz Duda
Presidenta del APDA
El TDAH en los adultos en la práctica neurológica diaria
Michael Finkel, M.D.
El Dr. Armando Filomeno conoció al Dr. Michael Finkel en la reunión del CHADD (Children and Adults with Attention-Déficit/Hyperactivity Disorder) de Nashville en octubre del 2004. A su pedido, el Dr. Finkel —quien efectúa una importante labor en el campo de las relaciones internacionales en la institución mencionada— envió este artículo en forma de carta, sobre un tema en el cual es experto.
21 de febrero del 2005
Estimado Armando:
Agradezco la oportunidad de tratar el tema del TDAH en adultos contigo, con nuestros colegas y con nuestros pacientes y familias del Perú. Como introducción, permíteme decir que soy padre y esposo de personas con TDAH, así como neurólogo que ha trabajado con niños y adultos con este trastorno durante 15 años.
DEFINIENDO LA CONDICIÓN. Es un hecho aceptado que el TDAH es un trastorno que a menudo se extiende más allá de la niñez, y raras veces se presenta solo. Las condiciones comórbidas son síndromes médicos que ocurren con una frecuencia mayor que la podría esperarse sólo por el azar. Estas condiciones comórbidas pueden ser sistematizadas como sigue: Las comorbilidades neurológicas: que incluyen migraña, el síndrome de las piernas inquietas (restless legs síndrome) y trastorno de los movimientos periódicos de las extremidades del sueño, la epilepsia, los trastornos de tics, el Síndrome de Tourette, el tartamudeo y la enuresis. Las comorbilidades psiquiátricas incluyen depresión, trastorno bipolar, trastornos de ansiedad, trastorno obsesivo compulsivo, trastorno negativista desafiante, trastorno de conducta, conducta antisocial y abuso de sustancias/dependencia química.
La migraña puede ocurrir antes de la pubertad en los varones, alcanzando su pico durante la segunda década de vida. En las mujeres, la migraña puede iniciarse con la menarquia y continúa durante los años reproductivos para disminuir en la menopausia. El síndrome de las piernas inquietas y trastorno de los movimientos periódicos de las extremidades durante el sueño, generalmente no se convierten en problema hasta la tercera década de la vida, aunque los padres frecuentemente notan que durante la niñez se presentan excesivos movimientos en las extremidades durante el sueño. La epilepsia tiende a ocurrir durante la adolescencia y no es una comorbilidad común. Generalmente consiste en crisis de fijar la mirada, y de parpadeo. Los trastornos de tics pueden iniciarse alrededor de los 9 a 10 años de vida, ocurre más en varones y es de dos tipos. Los tics motores pueden ser movimientos simples o complejos de la cabeza, ojos, cara y extremidades. Los tics verbales comprenden los ruidos simples o carraspeo, o los complicados, cuando la persona lanza expresiones que son ofensivas para quienes la rodean. Afortunadamente, ambos tipos tienden a tener su período de mayor intensidad alrededor de los 15 años. Sin embargo, si ambos tipos ocurren en la misma persona que tiene TDAH, a menudo acompañados de trastorno obsesivo-compulsivo el diagnóstico se convierte en el del Síndrome de Tourette. El tartamudeo puede ser un problema de toda la vida. La enuresis termina alrededor de los 15 años.
La depresión puede ocurrir antes de la pubertad y su causa no son necesariamente las dificultades escolares; la pubertad suele exacerbarla en ambos sexos, y las irregularidades menstruales pueden desencadenar o intensificar los episodios de este problema. Para muchos adultos de la cuarta y quinta década, los trastornos del estado de ánimo causan más problemas que el TDAH. El trastorno bipolar tiene diferentes tipos, con presentaciones y edades de inicio variables. Un episodio maníaco o hipomaníaco puede confundirse con el inicio o exacerbación del TDAH, y el psiquiatra tiene que separar las dos condiciones y tratarlas. El trastorno de ansiedad puede manifestarse como ansiedad de separación en los niños, y como ansiedad generalizada con trastorno de pánico o sin él a partir de la segunda década. El trastorno obsesivo-compulsivo es parte del Síndrome de Tourette, aunque puede ocurrir como comorbilidad independiente. Puede iniciarse en la primera o segunda década y se hace más problemática con los años. El trastorno negativista desafiante conlleva falta de respeto a la autoridad de los adultos. El trastorno de conducta está presente cuando se produce daño a la propiedad, conducta criminal y amenazas físicas. Después de los 18 años el nombre cambia por el de conducta antisocial, al llegar el individuo a la definición arbitraria de adultez y al alcanzar dicho status. El abuso de sustancias/dependencia química conlleva el uso del tabaco por los menores de edad y por los adultos, y el abuso de tabaco/alcohol por menores o por adultos.
Frecuentemente, los síntomas del TDAH (déficit de atención e hiperactividad-impulsividad) se presentan durante la primera década de vida. Sin embargo, las condiciones comórbidas pueden ocurrir más tarde, en una secuencia y a una edad que puede predecirse. Estar al tanto de los diversos tipos de TDAH permite reconocer cuando un paciente desarrolla una condición comórbida en el curso de la vida, y planear una estrategia, y prevenir o disminuir el impacto de esta condición; también permite lograr una remisión. Los pacientes, familias y médicos necesitan visualizar el TDAH como la punta del iceberg que nos da la voz de alerta con respecto a los futuros peligros debajo de la superficie.
ESTRATEGIAS DE TRATAMIENTO. Primero, establecemos que el paciente tiene TDAH y decidimos cómo tratarlo. Muchos adultos han aprendido a vivir con el problema en el trabajo, escogiendo ocupaciones que no son sedentarias o aburridas, o que permiten al individuo aprender una secuencia repetitiva de la cual hay poca desviación, o mediante el autoempleo, sin tener a nadie que fije las reglas. Sin embargo, las exigencias en casa pueden hacer necesaria la modificación de conducta así como la medicación. Los tratamientos médicos son principalmente estimulantes (medicamentos basados en la dextroanfetamina o el metilfenidato), la atomoxetina, los antidepresivos tricíclicos, y los nuevos antidepresivos como la venlafaxina y el bupropion. Sin embargo, uno tiene que usar los estimulantes con cuidado en individuos hipertensos. Los hombres en la quinta década pueden experimentar disfunción eréctil, pérdida de la libido o problemas en el vaciamiento de la vejiga con la atomoxetina. Por lo tanto, uno necesita ser exhaustivo en la evaluación antes de iniciar los medicamentos.
Segundo, establecemos qué comorbilidades están presentes, y cómo tratarlas. Las condiciones neurológicas y psiquiátricas tienen varios medicamentos adicionales que las pueden tratar, así como estrategias conductuales. Algunas veces las condiciones comórbidas son, en ese momento, más serias que el TDAH, y por lo tanto se trata el problema más significativo primero. Intentamos usar el menor número de medicamentos, pero a menudo se necesita más de un tipo de ellos, Por lo tanto, muchos pacientes necesitan dos o más medicamentos, dependiendo del tipo y severidad de los problemas, y de si un medicamento puede tratar más de una condición. Por ejemplo, algunos anticonvulsivos y antidepresivos reducen la frecuencia de la migraña.
Tercero, tenemos que modificar el plan de acuerdo al cambio de las condiciones. Algunas veces la migraña y la depresión pueden necesitar sólo 6 a 12 meses de tratamiento intensivo, mientras que la medicación para el TDAH podría ser necesaria por largos períodos de tiempo.
Espero que esta discusión clínica ayude a nuestros colegas y pacientes y familias a comprender cómo abordamos los planes de tratamiento nosotros los médicos.
Sinceramente,
Michael Finkel, M.D.
Cleveland Clinic de Florida
Naples, USA
Fellow de la Academia Americana de Neurología
Testimonio
La mamá de un joven universitario con TDAH nos relata sus alegrías y frustraciones
Recientemente, ¡mi hijo entró a la Universidad! Todos estamos felices…, sobre todo él. Creo que este es el premio a su gran esfuerzo, su constancia, su determinación, han sido muchos años, muchas clases, muchas terapias… Y aunque este no es el final, sí concluye una etapa e inicia otra.
Desde bebe fue un niño lleno de vida, inquieto, curioso, a quien alentábamos en su descubrimiento del mundo… Luego entró al preescolar, y aunque inquieto era algo manejable. Nunca tuve una queja del nido que me hiciera pensar en que algo no estaba bien.
Con el inicio de la primaria y la escolaridad formal aparecieron las primeras dificultades. Yo trabajaba directamente con él sus tareas, así que sabía de su esfuerzo, el cual no se reflejaba en sus notas. Así, cada año su promedio general bajaba un punto y su autoestima bajaba “varios puntos”: estaban los amigos que comparaban las notas, las reprimendas de los profesores, sin entender muchas veces el por qué de ellas.
Al llegar al 5.º grado, su frustración era muy grande y yo no sabía qué pasaba, muchas veces regresaba a casa muy deprimido porque por algún motivo le había ido mal en un examen para el que había estudiado tanto. Yo veía que era un chico inteligente, pero perdía muchos puntos por su distracción, no terminaba tareas, olvidaba sus cosas en el colegio, etc.
Sentía su sufrimiento y el mío al no poder ayudarlo, pues por más que revisaba sus tareas y lo ayudaba día a día, sabía que esto no era suficiente. Allí decidí que si mi hijo tenía algún problema había que enfrentarlo y ayudarlo.
Y aquí vino el primer cambio de colegio…, lo conversamos con él y estuvo de acuerdo, aunque no le fue fácil. Primero fueron las evaluaciones neurológicas, psicológicas, cognoscitivas, etc. Luego las pruebas en los diferentes colegios.
Producto de las evaluaciones tuve por primera vez un diagnóstico de Déficit de Atención y fue medicado, aunque no tuve mayor información. La medicina y el nuevo colegio parecieron funcionar bien en un inicio y le permitió avanzar un poco y mejorar su autoestima, pero pronto las dificultades volvieron a aparecer. La medicina le permitía controlar su Hiperactividad-Impulsividad y mejoraba su atención, pero no suplía las herramientas intelectuales que no había desarrollado en años anteriores (a pesar de diferentes cursos, talleres de apoyo, profesores particulares, etcétera).
Acertadamente, en casa siempre supimos separar sus dificultades para el estudio de su desarrollo personal; mientras el tiempo le alcanzó, hizo deporte y siempre tuvo un espacio para la diversión y socialización propias de su edad.
Si bien había mejorado bastante, al terminar el III de secundaria, el balance era insuficiente. Necesitaba de una mejor preparación si pensaba seguir estudios superiores. Decidimos, tanto mi hijo como nosotros, que debíamos enfocar todo el asunto de manera integral, pues hasta ahora hacíamos las cosas por intuición, recomendación, etc.
Al diagnóstico y apoyo médico, aunamos mucha información y conocimiento, nos preocupamos por entender todo acerca de este trastorno. Este fue el gran momento. Conociendo y aceptando tanto sus potencialidades como sus limitaciones, tomó la decisión de regresar a su colegio original y se inscribió en el Programa de Bachillerato Internacional.
Han sido dos años de estudios muy fuertes, mucho esfuerzo, disciplina, coraje. Hoy todo este esfuerzo se ve recompensado con el diploma del bachillerato y su ingreso a la universidad. A la cual ha ingresado a estudiar Psicología, principalmente motivado por aprender aquello que le sirva para ayudar a los futuros niños que, como él, tengan TDAH.
La interrelación entre el Trastorno Negativista Desafiante y el Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad.
Implicancias para el tratamiento (parte I)
Orlando L. Villegas, Ph.D.
En esta primera parte presentamos algunas consideraciones preliminares que consideramos de importancia capital antes de discutir aspectos prácticos en el tratamiento de niños que presentan un Trastorno Negativista Desafiante. En la segunda parte del articulo, que será publicado en el Boletín Electrónico nº 8 del APDA, expondremos algunas técnicas específicas de manejo de la conducta que son consideradas por su demostrada efectividad en el trabajo terapéutico con estos niños.
Uno de los aspectos más importantes a considerar en el tratamiento de cualquier condición física o psicológica es el diagnóstico inicial. El éxito del tratamiento va a depender en gran medida del diagnostico asignado durante la primera fase de dicho tratamiento. Tanto en salud física como en salud mental una condición primaria generalmente se acompaña de síntomas secundarios y en muchas ocasiones, no es fácil discriminar los síntomas primarios de los secundarios. Este es el caso del Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad o TDAH y del Trastorno Negativista Desafiante o TND. La literatura científica nos presenta una gran diversidad de casos en donde ambas entidades diagnósticas se hacen presente en un mismo individuo. Lo más común en estos casos es encontrar el TDAH como diagnostico primario es el TDAH, mientras que el TND aparece como síntoma asociado o secundario. Sin embargo, es vital para el éxito del tratamiento el poder diferenciar los síntomas que pertenecen al TDAH de aquellos que corresponden al TND. Si no establecemos tal delimitación de síntomas, podemos fácilmente caer el error de suponer que el tratamiento de la primera condición implicará una mejoría en los síntomas de la segunda condición. Con esto queremos decir que la mejoría en los síntomas del TDAH no necesariamente conlleva mejoría en los síntomas del TND y viceversa.
En un estudio preliminar que realizamos con colegas de los Estado Unidos, México y Argentina, encontramos que la mayoría de las quejas de madres con hijos diagnosticados con TDAH pertenecía a la categoría diagnóstica del TND, más que al grupo de TDAH. Cuando les pedimos a estas mamás que indicaran los síntomas más perturbadores en sus hijos, diagnosticados con un TDAH, encontramos, en orden de frecuencia, los siguientes síntomas:
Síntoma | Frecuencia |
Categoría diagnóstica |
Pierde el control e incurre en pataletas | 30 | TND |
Desafía activamente a los adultos o se niega a cumplir sus demandas |
25 | TND |
Interrumpe a los demás o es entrometido | 22 | TDAH |
Se distrae fácilmente | 19 | TDAH |
En el cuadro anterior podemos apreciar que los dos síntomas más comúnmente mencionados por la mamás en nuestra muestra no corresponden al grupo de síntomas del TDAH, sino más bien al grupo de síntomas del TND. Esto mismo lo observamos comúnmente en nuestra práctica privada, en donde las quejas/síntomas atribuidos a niños con TDAH corresponden más al grupo TND que al de TDAH. Esta situación genera confusión y desaliento en muchas familias que llevan al niño a tratamiento por problemas de conducta en la casa y en la escuela. Muchos de estos niños terminan con el diagnóstico primario de TDAH y un posible diagnostico secundario de TND. Con un diagnóstico primario de TDAH existe una alta probabilidad de que el tratamiento central sea la medicación. Un medicamento apropiado definitivamente ayudará con los síntomas de inatención e impulsividad que caracterizan al TDAH. Sin embargo, el mismo medicamento no será tan efectivo con los síntomas del TND. Si dejamos de lado el tratamiento conductual y enfatizamos solamente el medicamento, podemos estar seguros de que muchos de los síntomas que generalmente perturban en estos niños quedarán desatendidos. Al estar desatendidos, las posibilidades de mejoría o no existen o son mínimas. Es precisamente acá donde se genera la frustración en estas familias, quienes observan mejoría en los procesos de atención y concentración en sus hijos y sin embargo, no observan mejoría significativa en conductas perturbadoras, tales como “no hacer caso”, “discutir todo el tiempo”, “pataletas”, “encolerizarse y resentirse”, “ser rencoroso y vengativo”, etc. etc. Cuando las quejas/síntomas principales pertenecen al grupo de conductas antes mencionadas, el diagnóstico apropiado es el de TND y no el de TDAH. Si en adición a estas conductas el niño(a) aparece desatento e impulsivo, podemos agregar entonces como diagnóstico secundario (y no primario) un TDAH.
Es muy importante que tanto el profesional involucrado en los procesos de diagnostico y tratamiento así como los padres de estos niños, tengan una clara distinción entre el TDAH y el TND. Desde la escuela primaria aprendimos que “el orden de los factores no altera el producto”. Esta frase es válida para las operaciones de suma y multiplicación, pero carece de validez cuando el producto final es el diagnóstico apropiado para un niño que presenta a la vez síntomas de TDAH y de TND. El orden de presentación de diagnósticos en casos con múltiples condiciones patológicas debe ir de acuerdo a la severidad de los síntomas. El primer diagnostico a mencionar será aquel cuyos síntomas sean los más severos y perturbadores, dejando en segundo lugar el diagnóstico cuyos síntomas sean secundarios en importancia. Para algunos niños el diagnóstico primario será TDAH y el secundaria el TND. Para otros será el TND primero y luego el TDAH.
Cuando nos referimos a los tratamientos más efectivos para el TDAH y el TND, debemos referirnos a las múltiples investigaciones cuyos resultados aparecen en una gran variedad de publicaciones científicas. Con esto pretendemos excluir los reportes anecdóticos sobre algunos tipos muy particulares de tratamiento tales como masajes, manipulación física del cuerpo, dietas, etc. Excluimos estos tratamientos no en un afán de negar su efectividad, si no más bien a fin de evitar una mayor frustración en los padres, que están dispuestos a tratar lo que sea para encontrar una solución sin medir los riesgos que pueden ocasionar tratamientos cuya efectividad no ha sido científicamente comprobada.
En lo que respecta al tratamiento óptimo parta el TDAH, la literatura científica nos habla de la alta efectividad de la combinación de medicamento con entrenamiento/educación de padres en técnicas de modificación y manejo de la conducta. Las técnicas psicoterapéuticas de orientación dinámica y la terapia grupal no han demostrado un nivel significativo de efectividad en el tratamiento de síntomas primarios (atención, impulsividad, hiperactividad) en niños con TDAH. Con relación al tratamiento de niños con TND, las terapias cognitivas y cognitivo-conductuales han probado ser efectivas, al igual que el entrenamiento de padres. No hay evidencias contundentes sobre la efectividad de la medicación en estos casos.
Cualquier comentario referido al contenido de este artículo es bienvenido; dirigirse a: orlando4psy@hotmail.com
Estrategias de enseñanza para problemas de aprendizaje
Lic. Carla Sandoval
Los trastornos que frecuentemente acompañan al Déficit de Atención son: trastorno oposicionista desafiante, de aprendizaje, depresivo, de ansiedad, conductual, bipolar, entre otros.
La evaluación psicológica es importante porque mediante ella se determina la presencia de uno o más de estos componentes y dependiendo de ello se realiza un adecuado programa para el niño. Tanto la evaluación psicológica como el programa de tratamiento se deben dar dentro del aula, en situación de aprendizaje, para que de esta manera se logren ver las necesidades particulares de cada niño; por ejemplo, determinar qué es lo que el niño no consigue hacer, cuál es el punto de partida para poder ayudarlo, cuál es el primer paso en la secuencia de su aprendizaje que lo conduce a la consecución del objetivo. También es importante considerar el estilo de aprendizaje del niño al momento de decidir qué pasos se van a seguir para cada objetivo y cuándo se darán. Teniendo todos estos datos se pueden determinar las estrategias de aprendizaje que se van a emplear. No hay que olvidar el plantear objetivos operativos de aprendizaje con claridad y de manera explicativa.
Los niños con dificultades de aprendizaje no necesitan solamente de un adulto que entienda sus palabras cuando intentan explicar algo, requieren de acciones funcionales y eficientes, situadas en un marco impregnado de compromiso por todas las personas que intervienen en su vida. Todos, en algún momento de nuestro desarrollo, hemos presentado dificultades para aprender; sin embargo, la pregunta es ¿en qué grado? Lo aceptable es que se presente en relación a circunstancias especiales en la vida de la persona, y ante situaciones muy exigentes. Revisemos ahora lo que propiamente puede llamarse un problema de aprendizaje.
PROBLEMAS GENERALES DE APRENDIZAJE
Quienes presentan estos problemas manifiestan un retraso general de todo el proceso de aprendizaje, observándose lentitud, desinterés, deficiencia en la atención y concentración, todo lo cual afecta el rendimiento global. Estas características se presentan en niños con un desarrollo normal y con inmadurez en el área cognitiva o verbal, lo que provocaría cierta lentitud en el aprendizaje.
Estos alumnos presentan dificultades para seguir el ritmo de aprendizaje común, por presentar problemas a nivel de memoria, junto con una menor capacidad de atención a estímulos verbales y de expresión, y dificultades para evocar y recuperar la información asimilada. Ellos no están en la categoría de retardo mental, ni tampoco presentan un Trastorno Específico de Aprendizaje (TEA), ni alteraciones en su desarrollo sensorial o afectivo. Se trata de un grupo constituido por niños con un desarrollo más lento y con un ritmo de aprendizaje crónicamente más bajo que el del resto de sus compañeros; son niños con dificultad para finalizar sus tareas, poseen escasa atención, bajo nivel de perseverancia, falta de asertividad en relación con la autoridad y dificultad para hacerse escuchar. En el ámbito familiar son niños que presentan dificultades en la realización autónoma de tareas y generalmente la expectativa de los padres con respecto a ellos es baja.
Abordaje
En el ámbito de la educación, dado que la dificultad para aprender —o el retraso de aprendizaje— no es tan severa ni tan específica como para ingresar a un colegio especializado, se requiere de flexibilidad y adaptabilidad del sistema escolar. Las escuelas deben adecuar las exigencias programáticas a las capacidades e intereses de estos niños y también deben tener en cuenta el número de alumnos por curso. Es importante respetar el ritmo propio de aprendizaje y es necesario realizar una evaluación previa del nivel cognitivo y verbal, que permita planificar un aprendizaje acorde con el nivel de desarrollo de cada niño. La mayoría de estos alumnos logra un nivel de aprendizaje adecuado si recibe una instrucción graduada a partir del nivel de funciones previamente diagnosticadas y si reciben una ayuda oportuna, a través del desarrollo de estrategias cognitivas.
TRASTORNO ESPECÍFICO DE APRENDIZAJE (TEA)
El Trastorno Específico de Aprendizaje se manifiesta en niños con inteligencia normal o alrededor de lo normal que carecen de alteraciones sensoriomotoras o emocionales severas, cuyo ambiente sociocultural y educacional es satisfactorio. Estos niños no logran un rendimiento escolar normal y presentan dificultades reiteradas en ciertas áreas del aprendizaje, funcionando bien en algunas y mal en otras. Las dificultades dependen de alteraciones en el desarrollo, de la maduración psíquica y neurológica. La presencia de las mismas se da en diferentes niveles de aprendizaje: recepción, comprensión, retención y creatividad, con relación a su edad mental y a la ausencia de alteraciones sensoriales graves. Los niños con este trastorno aprenden en cantidad y calidad inferior a lo esperado de acuerdo a su capacidad. Los factores que intervienen en los TEA pueden ser genéticos disfuncionales (daño o disfunción del SNC); psicológicos, en donde se pueden observar alteraciones en el procesamiento de la información en sus diferentes etapas (percepción, atención, memoria, lenguaje, etc) que alteran intrínsecamente el proceso de aprender. Los factores que acompañan frecuentemente a los TEA pero no los originan son: psicomotores, intelectuales, emocionales o conductuales. Los factores intervinientes que pueden constituir riesgo o alterar el pronóstico son: deprivación sociocultural o diferencias culturales con el colegio y bajo nivel de motivación. Los factores consecuentes son: reacciones de angustia o depresivas, desinterés por el aprendizaje escolar y alteraciones familiares.
Abordaje
Según los resultados de la evaluación, en algunos casos es posible indicar el ingreso a un tratamiento psicopedagógico y en otros casos la intervención consiste en sugerir posibles colegios con lineamientos y características apropiadas a las necesidades del niño, con planes de integración. Es necesario evaluar el proceso de aprendizaje en diferentes etapas y dar sugerencias tanto para el hogar como para el ámbito escolar. La intervención estaría orientada en los siguientes casos:
Trastorno de Lectura (dislexia): es un desorden específico en la recepción, comprensión o expresión de la comunicación escrita, que se manifiesta en dificultades reiteradas y persistentes para aprender a leer. El trabajo psicopedagógico debe centrarse en la ejercitación de habilidades metafonológicas, con el objeto de que los niños puedan establecer estrategias de análisis y síntesis fonémicas de las letras y las configuraciones fonológicas pronunciables de las palabras.
Trastorno de la Escritura (disgrafía): es un trastorno de la escritura que afecta a la forma (motricidad) o al significado (simbolización) y es de tipo funcional. Se presenta en niños con normal capacidad intelectual, adecuada estimulación ambiental y sin trastornos neurológicos, sensoriales, motores o afectivos intensos.
Trastorno del Cálculo (Discalculia): se trata de dificultades significativas en el desarrollo de las habilidades relacionadas con las matemáticas. Para un tratamiento eficaz en las dificultades de las matemáticas se debe realizar un plan de tratamiento en el cual prime la estimulación del pensamiento matemático, a través del desarrollo de estrategias centradas en el lenguaje matemático, la resolución de problemas, la auto-monitorización, la memoria, la orientación en el espacio, las habilidades sociales, la conceptualización, la orientación temporal y la organización espacial.
La evolución de los niños que presentan trastornos específicos de aprendizaje llega a ser satisfactoria cuando en las estrategias de intervención se establece una acción conjunta entre el terapeuta, el colegio y la familia. Todo esto se orienta a estimular fortalezas en todas las áreas del desarrollo para afianzar la autoestima y prevenir o aminorar la sensación de incapacidad y dificultad que rodea a estos niños. Con un diagnóstico oportuno y tratamiento psicopedagógico efectivo, logran cursar una escolaridad normal y acceder a la educación superior, teniendo un adecuado desarrollo de su vida.
La enseñanza de las estrategias de aprendizaje para los niños que presentan tanto Problemas Generales como Específicos de Aprendizaje, implica enseñar a emplear las técnicas de manera estratégica en función de condiciones del contexto en donde se incluyen contenidos (conceptos, procedimientos y actitudes), exigiendo habilidades cognitivas como: observar, comparar, ordenar, clasificar, representar, retener, recuperar, interpretar, inferir, transferir, evaluar, aplicando estrategias de aprendizaje de repetición, de regulación, dando un análisis y valoración de conductas estratégicas en áreas específicas. No debemos olvidar que cada niño es diferente a los demás, que cada uno tiene sus propias habilidades y dificultades y por ello las estrategias de intervención siempre serán distintas. Es muy importante saber cómo llegar al niño, no podemos pretender que el niño sea igual a nosotros o a alguien en particular. Debemos de respetar su tiempo de aprender.
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Carla Sandoval Cáceres es Lic. en Psicología y trabaja en Psicología infantil clínico-educacional. Teléfonos 5611245 y 9733-5546.
Correo electrónico: carla_lorena2000@yahoo.com
De la mano con María Teresa Hill
El niño con TDAH en la escuela: consejos pedagógicos
Nuestra tarea como maestros se torna cada vez más difícil. Hoy debemos aender a los niños en clases muy numerosas y con gran diversidad. En una misma sala de clase encontramos niños provenientes de los más distintos entornos sociales, culturales y económicos. Niños que no presentan nngún problema, junto a niños que presentan dificultades de lectura, de atención, de escritura o de conducta […].
Los síntomas del déficit de atención pueden variar considerablemente dependiendo del momento y la situación. Hay momentos en que no se distingue al niño con déficit de atención de los demás niños, especialmente cuando está ocupado en una actividad que le interesa. Sin embargo, en otros momentos, especialmente cuando se están desarrollando actividades que tienen restricciones o requieren una atención sostenida, los síntomas se vuelven más evidentes […].
La idea es que por medio de estímulos y recompensas, logremos aumentar la frecuencia de las conductas positivas y disminuir la de las negativas. Es muy importante estar atentos a las buenas conductas, por pequeñas que sean, y demostrrarle al niño que las reconocemos y valoramos. Hay que tener en cuenta que estos niños tienen pocas oportunidades de recibir aplausos. Más bien, están tan acostumbrados a recibir regaños, castigos y críticas, que un castigo más quiza ya no surta ningún efecto. Una felicitación les va a llamar mucho más la atención, así sea por algo trivial y sin ninguna importancia para cualquier otro niño. Si logramos que descubran qué es y cómo se siente “estar entre los buenos”, hay más probabilidades de que lo quieran seguir haciendo.
Quizá una de las maneras más efectivas de lograr un cambio de conducta sea permitirles tener algún éxito. En la medida en que el niño se pueda sentir mejor consigo mismo, tal vez ya no necesitará llamar la atención con malas conductas. Los maestros debemos estar muy atentos, pues es mucho más fácil darnos cuenta de las malas conductas, que de las buenas.
Sugerencia práctica
Las consecuencias positivas por las buenas conductas pueden ser una estrrella en su cuaderno, una nota de felicitación a los padres, que el niño sea el encargado de repartir los cuadernos o ir a llevar un papel a la Dirección. Cualquier cosa que deje de manifiesto que ese niño ha hecho algo bueno. Es importante recordar que estos niños son altamente impacientes, por lo cual las gratificaciones y recompensas deben ser inmediatas y frecuentes. De lo contrario, pierden el interés […].
Es importante impartir las instrucciones en forma concreta y clara, y siempre dar una instrucción a la vez. Si le damos varias instrucciones juntas, es probable que solamente registre la primera y nunca se entere de las que siguieron a continuación. A fin de atraer su atención, debemos hacer algo que lo saque de su ensueño, como por ejemplo, cambiar el tono de voz, tocar una campanita, dar unos golpecitos en la mesa con una regla o cualquier cosa que lo devuelva a la clase […].
Sugerencia práctica
Coloque anuncios con las reglas establecidas en lugares que estén a la vista de todos. Haga carteles, destacando con colores las distintas actividades y horarios […].
Los niños con problemas de aprendizaje y défict de atención se frustran cuando no logran hacer las cosas como todos los demás. No debe ser fácil querer decir algo y no poder, querer escribir algo que tienen claramente en su cabeza y no poder.
Sin embargo, esta misma dificultad los impulsa a desarrollar otras fortalezas y encontrar nuevos recursos. Los niños que siempre tienen éxito y siempre hacen todo bien se derrumban cuando algo les sale mal. En cambio, estos niños a menudo aprenden a desarrollar habilidades extraordinarias para resolver sus problemas. Su propia dificulad los hace, de alguna manera, más fuertes […].
Sugerencia práctica
No se quede solo con un problema que no pueda resolver. Si no ha encontrado la forma de ayudar a un niño, consulte con sus colegas y superiores, y solicite apoyo. En las reuniones o juntas mensuales, exponga sus dificultades. No insista con soluciones que ya ha podido comprobar que no han dado resultado. Y si ha encontrado alguna estrategia que le ha servido, no se la guarde. Compártala con sus compañeros […].
El único “antídoto” contra el fracaso emocional es la autoestima. Un niño que se siente valioso y sabe comprender que si bien posee debilidades, también cuenta con fortalezas, tiene un camino mucho más seguro para alcanzar el éxito en la vida.
Permitamos que nuestros alumnos se sientan orgullosos de ser quienes son. Destaquemos sus talentos y habilidades. Ayuémoslos a crecer sabiendo que confiamos y creemos en ellos. Brindémosles la oportunidad de abrir las puertas del conocimiento, que los conducirá a una vida más plena y feliz.
Sugerencia práctica
Para que los niños puedan familiarizarse con el concepto de que todos somos inteligentes de distinta manera, los maestros podemos realizar con ellos la siguiente actividad:
“Todos somos totalmente inteligentes”
Cada niño y su maestra trazan un círculo simulando un pastel y cortan rebanadas de diferente tamaño de acuerdo a las fortalezas que creen tener. La unión de todas las rebanadas formará el pastel completo. Repetir esta actividad cuantas veces sea necesario, hasta que los niños comprendan que todos somos valiosos por diferentes razones.
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Este artículo ha sido elaborado tomando partes del libro De la mano contigo. Problemas de aprendizaje y déficit de atención. Una guía para maestros. México: Fundación Ven Conmigo, 2004, de la educadora uruguaya María Teresa Hill. Puede ser adquirido escribiendo al APDA apda@deficitdeatencionperu.org
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– El miércoles 6 de abril se inicia un curso de Coaching dirigido a madres de chicos con TDAH, que tendrá una duración de 3 meses. Quienes estén interesadas, comuníquense con el APDA a través de nuestro correo electrónico:
apda@deficitdeatencionperu.org
– Dentro de la labor de difusión del APDA, Beatriz Duda y la Lic. Carla Sandoval, psicóloga colaboradora, fueron entrevistadas sobre el TDAH en Radio Unión el 13 de febrero.
– Ante informaciones aparecidas en los medios de comunicación, el Dr. Armando Filomeno envió cartas aclaratorias que fueron publicadas en Somos, revista de El Comercio, el 19.2.2005 y en Domingo, revista de La República, el 20.2.2005. En ellas se precisa que el TDAH y los trastornos del espectro autista son problemas totalmente diferentes, y se hace notar que no existe evidencia de efectividad de la dieta libre de gluten y caseína para ninguno de estos trastornos.
Enlaces
Artículo sobre TDAH en el semanario Gestión Médica del 21 de febrero del 2005.
Enlace al texto de dicho artículo:
http://www.deficitdeatencionperu.org/gestion%20medica.htm
Reseña sobre la mesa redonda interdisciplinaria sobre Autismo y permeabilidad intestinal del 10 de febrero del 2005:
http://www.deficitdeatencionperu.org/dieta.htm
Dos psiquiatras norteamericanos reportan irritabilidad, agresividad, manía e hipomanía inducidas por la atomoxetina. Carta al editor de la revista Pediatrics:
http://www.findarticles.com/p/articles/mi_m0950/is_3_114/ai_n6205509