Lic. Manuela Tapia Cortese
A nivel mundial, entre el 5% y el 10% de la población escolar tiene Trastorno por Déficit de atención e hiperactividad (TDAH). El Perú no es ajeno a esta estadística; y si bien no todos los niños que padecen TDAH tienen un diagnóstico adecuado, un número importante evidencia conductas claras de inatención o hiperactividad. Se puede decir que en cada aula del país existe entre uno y cuatro niños o niñas que muestran indicadores del TDAH, cuyo origen es, cabe precisar, hereditario en la gran mayoría de los casos.
A continuación comentaré lo que ha sido mi experiencia en la práctica del coaching a partir de mi labor en el Colegio Santa Ursula, un colegio para mujeres, en Lima (1). Considero importante destacar cómo se ha desarrollado la técnica en este colegio, ya que el contexto ha jugado un papel importante en el marco de su aplicación. Asimismo, daré un breve alcance sobre los orígenes, bases y aplicaciones del coaching en el campo del TDAH.
En este colegio la práctica del coaching se da través del Método Activo Santa Ursula (MASU), basado en la filosofía Montessori —que se aplica hasta el quinto grado— cuya premisa fundamental es la educación dentro de un ambiente de libertad que propicie la paz. Esto se traduce en una distribución interna de los salones por zonas denominadas “áreas del conocimiento”. Tenemos así, el espacio de lógico-matemática, el de geografía, el de comunicación integral, el de vida cotidiana, etc. En este espacio, la niña puede dirigirse hacia la zona que la motive a trabajar. La maestra, denominada guía, dirige de forma personalizada el proceso de aprendizaje de cada alumna, llevándola a asumir constantemente los retos que éste supone.
Esta forma de distribuir los ambientes permite que las niñas trabajen temas distintos al mismo tiempo, ya sea de manera grupal o individual. De esta forma se fomenta una competencia centrada en los propios logros y no en los logros de otras niñas, lo que puede darse con mayor facilidad en un aula donde se imparte de manera indistinta indicaciones y se dan plazos uniformes. Otro elemento importante que fomenta el MASU es la capacidad de introspección y análisis de los hechos. En lugar de responder directamente las interrogantes de la niña, la guía, por el contrario, crea preguntas que estimulan canales neuronales orientados a la solución de problemas. Así, frente a situaciones específicas, la guía pregunta: ¿qué sucedió? ¿tú qué hiciste? ¿qué podrías hacer al respecto? En caso de que la alumna no encuentre una respuesta al problema planteado, la guía sugiere una solución, pero nunca impone. Esta aproximación a la solución de problemas es también una técnica básica del coaching.
En este contexto, el coaching forma parte del trabajo cotidiano durante un periodo de tiempo determinado. Tiene como objetivo fundamental la creación de estrategias que permitan a la persona adquirir resultados esperados por ella misma, pero que le son difíciles de lograr por sí sola. Este tipo de intercambio establece un vínculo, mediante el cual la persona con TDAH pasa a tener a alguien frente a quien ser responsable.
El coaching es desarrollado por primera vez en el campo del TDAH por Nancy Ratey y Peter Jaksa. Nancy Ratey propone un modelo de tres elementos: 1) la estructura, que es lo que va a permitir el logro de los objetivos; 2) el proceso, donde el coach sirve de guía para el autoconocimiento y aprendizaje; y 3) la sociedad que es lo que permitirá que el coachee — persona que recibe el coaching— se haga cargo de lo que quiere lograr, con la certeza de que tendrá a alguien que lo guíe y lo aliente en el camino (2).
Cabe aclarar que si bien el método activo Santa Ursula facilita la aplicación de la técnica, no es el único contexto donde el coaching puede resultar exitoso.
Desde el colegio, el coaching fue pensado, en un primer momento, para ser trabajado por la niña y asistido por la profesora y la psicóloga en el colegio; y en un segundo momento, por los padres en casa, con el fin de que hagan un seguimiento a la labor de la niña. Es así como en el segundo bimestre del año 2005 se forma el primer grupo de coaching con niñas de segundo grado. Siendo la primera experiencia de este tipo, los resultados fueron parciales (aunque alentadores), en la medida en que los padres no brindaron todo el tiempo necesario al seguimiento de las metas que se habían propuesto trabajar sus hijas.
El taller se desarrolló de la siguiente manera:
– Se trabajó con 6 niñas. Se seleccionaron dos alumnas de cada sección de segundo grado. Éstas fueron elegidas por sus respectivas tutoras, quienes mediante la observación habían detectado indicadores de TDAH (inatención, impulsividad o hiperactividad). Para corroborar la observación se aplicó a las tutoras la Escala de Conners para Maestros – Revisada (3) versión abreviada de 28 items.
– La siguiente tarea fue invitar a las niñas a participar en el taller. Para ello se elaboró una invitación que detallaba los días que nos reuniríamos, los temas que se trabajarían en cada una de las reuniones, y que solicitaba que los padres llenaran con sus hijas, cada semana, una ficha sobre la meta que se habían propuesto lograr.
– Para tal fin se citó a los padres a una reunión introductoria donde se les explicó con detalle las características del TDAH y el trabajo que se realizaría con sus hijas, así como el trabajo que debían realizar con ellas en casa.
– El taller se realizó en 8 sesiones a razón de una vez por semana. Las niñas fueron convocadas durante el horario de clases, siempre un mismo día de la semana a la misma hora. Este detalle puede sonar intrascendente, pero la intención es que la reunión de cada semana pueda ser esperada por las niñas y no resultar intempestiva.
– Luego de que los padres aceptan la participación de sus hijas y asisten a la reunión inicial, se pasa a tener la primera sesión de coaching con las niñas.
– La primera sesión tiene como objetivo fundamental que las integrantes del grupo se conozcan entre sí, que sepan y entiendan por qué han sido seleccionadas. Asimismo, busca explicarles qué es el déficit de atención; y cómo a través de la interacción entre ellas y el coach pueden identificar qué indicadores de TDAH tienen y a través de qué tipo de conducta estos se manifiestan.
– Una vez que las alumnas seleccionadas pueden identificar qué conductas de inatención e hiperactividad poseen, y comprobar que hay otras niñas a las que les pasa lo mismo, se les comunica que durante 8 semanas se trabajará con ellas para ayudarlas a enfrentar sus dificultades.
– El coaching grupal se realiza a través de preguntas que permitan a cada uno de los integrantes del grupo conocerse a sí mismos analizando una situación, sin que eso implique un juicio de valor sobre la acción.
– Luego de efectuar el trabajo de sensibilización, se hace evidente un clima de identificación entre las integrantes del grupo, sugiriéndoles poner a éste un nombre por el cual se le llamará durante el taller, que muchas veces perdura entre ellas y es utilizado en otros espacios compartidos.
– En las siguientes 6 sesiones se plantean metas diversas a ser trabajadas tanto en el salón como en casa, llegándose siempre a un acuerdo, de tal forma que durante esa semana todas se propongan lograr la misma meta. Por ejemplo: en el colegio se propondrán empezar y terminar una tarea sin abandonar el sitio. Se le explica a cada tutora la meta de la semana y se le entrega un cuadro de doble entrada con el nombre de la alumna y los días de la semana donde deberán registrar el día en que ésta logró o no la meta propuesta. Se les explica a las tutoras que deben ser flexibles y considerar positivamente el esfuerzo de la niña y sus progresos, aunque la meta no sea alcanzada. Se sugiere que recuerden a la niña que está trabajando determinada meta en esa semana, si ésta no está haciendo un esfuerzo por lograrla. Así, se brinda a la niña una sensación de que somos un equipo trabajando para ella.
– Asimismo, se les envía a los padres una ficha elaborada por cada tarea propuesta, donde se específica la meta que la niña se ha propuesto cumplir esa semana y con preguntas relacionadas al tema que deberán llenar juntos, padres e hijas. Así, además de fomentar el logro de los objetivos que la niña se ha planteado junto con sus compañeras de grupo, se propicia un espacio de comunicación muchas veces dejado de lado por los padres.
– Luego de cada semana, a la sesión siguiente, las niñas deberán llevar tanto la ficha trabajada con sus padres como el cuadro de doble entrada que se le entregó a la profesora.
– En cada sesión se analiza cómo les fue con lo que se propusieron. Si lo lograron, cómo hicieron; y si no, qué fue lo que sucedió, creando conjuntamente estrategias de solución para las próximas oportunidades. Seguidamente, se plantea la meta de la siguiente semana.
– En el salón donde se desarrollan las sesiones, debe haber un panel donde figuren los nombres de cada niña y la meta por semana. En este panel, se asigna una seña a cada niña que logre el objetivo de la semana, de tal forma que puede retroalimentarse visualmente.
– En la última sesión se les pide que cuenten que les ha parecido el taller; cómo se sienten con sus logros y se hace un juego que afiance la integración del grupo.
– Finalmente se cita a los padres, de manera individual, y se les informa sobre el desempeño y progreso de su hija.
El progreso del desempeño en el aula de los participantes fue medido a través de una entrevista con las tutoras. Ésta mostró —redondeando cifras— una mejoría significativa en un 50% de los casos, una mejoría leve en un 40% de los casos y una mejoría no significativa en un 10% de los casos. El taller ha sido replicado, semestralmente, hasta la actualidad.
Es importante resaltar lo conveniente que resulta el coaching dentro del contexto escolar ya que permite un seguimiento sostenido en el tiempo. Además, permite un acercamiento especial que trasciende el espacio del salón donde se realizan las sesiones y del aula donde sus profesoras les dan las clases, involucrando directamente el ámbito familiar. El colegio permite que el coach se acerque a los integrantes del grupo en otros espacios, como el recreo, o algún encuentro casual por algún pasillo; lo cual recordará a las niñas que hay alguien que está pendiente de ellas y de sus logros más allá del contexto del aula.
Este trabajo es un esfuerzo por aproximarnos a este problemática de manera rigurosa y metódica, el cual nos ha permitido a un conjunto de profesionales elaborar un proyecto para ser aplicado por otras psicólogas y profesionales afines a este tema, pero en el que aún estamos trabajando.
Considero que el coaching para el TDAH es una herramienta valiosísima dentro del contexto escolar. El impacto que el TDAH y los problemas específicos de aprendizaje tienen en la autoestima de los niños y niñas en edad escolar, es altísimo. Muchos niños se asumen torpes e incapaces antes de haberse descubierto a sí mismos. La autoestima debe ser preservada a toda costa, puesto que además de ser muy importante para el aprendizaje es una condición fundamental para procurarnos la felicidad en la vida.
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Manuela Tapia Cortese es psicóloga especialista en el TDAH. E-mail: manuelatapia@gmail.com
Artículo aparecido en el boletín n.º 17 del APDA, del 9 de diciembre del 2007.
Referencias:
(1) Colegio Santa Ursula. http://www.santaursula.edu.pe/
(2) Duda, Beatriz. Coaching para el TDAH. Asociación Peruana de Déficit de Atención. Lima, 2007.
(3) Escala de Conners para Maestros – Revisada (S) / C Keith Conners, Ph.D. Copyright 1997 Multi – Healt System Inc. Traducida por Orlando Villegas Ph.D. Un estudio detallado con la Escala de Conners para maestros, se puede encontrar en: http://www.psicothema.com/pdf/731.pdf