Intuitivamente, me di cuenta que algo pasaba desde que ella tenía tres años. Era extremadamente inteligente, traviesa, vivaz; sin embargo, no acataba las normas en el nido. Mientras los demás niños (en su mayoría) parecían conectados con la profesora y lo que se hacía en clase, mi hija por lo general estaba haciendo algo distinto a lo que hacían los demás.  Por esa razón acudí donde una psicoanalista experta en niños y en pruebas, pero como no salió nada en claro, recurrí a otro profesional experto en niños quien la tuvo en terapia por casi dos años sin percibir nada.  Fue recién cuando ella tenía seis años y acababa de terminar el kindergarten, que una tercera experta en pruebas psicológicas para niños detectó el trastorno y me recomendó acudir donde un médico neurólogo. Fue el médico neurólogo quien corroboró este diagnóstico y me explicó de qué se trataba esto; además, me facilitó bibliografía sobre el tema.  Por lo que usted nos cuenta no es nada fácil hacer un diagnóstico acertado… Bueno… Creo que hay casos y casos… Hace unos años no estaba muy difundido este síndrome o trastorno. Yo simplemente pensé que mi hija era sumamente distraída y un poco movida, razón por la cual la puse en un colegio de pocos alumnos por clase, pues por sentido común me daba cuenta de que ella necesitaba una educación personalizada. Pero fue recién con la evaluación psicológica que le hicieron a los seis años de edad y la posterior consulta con el médico neurólogo, que tuve conocimiento de lo que realmente ocurría. A decir verdad, a mí me desconcertó bastante que profesionales expertos en psicología infantil no dieran con el problema.   ¿Qué sensación o sentimiento le produjo el saber que su hija tenía el TDAH?  En un primer momento, me sentí desolada, asustada y agobiada por la idea de que mi hija tuviera un trastorno neurológico y que probablemente estuviera condenada a recibir medicación por mucho tiempo. Con el transcurrir de los días, la información que el neurólogo me dio sobre el tema y los libros y videos que consulté sobre el tema, me dieron una mejor perspectiva del asunto. Tomé las cosas con más serenidad y llegué a sentir que no era algo para ponerse tan dramática, pues no se trataba de un trastorno mental o una enfermedad grave o incurable. Por el contrario, experimenté una sensación de alivio, sentí que al fin había llegado a determinar con certeza lo que tenía mi hija y por tanto podía ya darle los tratamientos más recomendables para ella, tanto en medicación como en terapia.   ¿Qué consejos les daría a padres que tienen la duda o a aquellos que ya saben que alguno de sus hijos tiene el TDAH? A los primeros, les diría que saquen cita con un neurólogo o dos, para estar más seguros del diagnóstico (lo que abunda no daña; aunque tampoco se trata de exagerar e ir donde varios médicos hasta encontrar a aquel que diga lo que los padres quieren escuchar). ¡¡¡No pierdan un tiempo que es valiosísimo para su hijo!!!  Y a los segundos les diría que no se asusten, que no se preocupen, no es el fin del mundo. Aunque en un primer momento todo padre puede sentirse agobiado al encarar que un hijo tiene un trastorno, los chicos con este déficit suelen emplear muchos recursos para contrarrestar las dificultades que tienen. Por lo general, son chicos de un nivel intelectual muy alto, así como también suelen ser enormemente creativos e imaginativos.  El último consejo: no minimicen el asunto. No crean que porque el chico es simpático o inteligente, o tiene dotes deportivos o artísticos, va a poder lidiar con sus dificultades sin ayuda externa.  Quizás en el pasado, cuando no se tenía conocimiento de esto, algunos chicos hayan podido superar solos sus deficiencias, pero estoy segura también de que muchos de ellos cayeron en problemas de falta de autoestima, rechazo social o escolar, alcohol, drogas, etc.  Muchos han sido tildados, en su entorno familiar o escolar, de ociosos o brutos o torpes, cuando no lo eran. Tampoco es bueno irse al otro extrem