Quisiera compartir en unas líneas la historia de Juan Daniel mi hijo de 6 años, un niño con TDAH.
Todo empezó a los 3 años cuando ingresó al nido cerca de la casa, con 26 niños por aula. La profesora me cita al mes y medio y me comenta que Juan Daniel es inquieto, no está tranquilo en el salón y no presta la atención adecuada cuando ella habla, y me sugiere que sea evaluado por un psicólogo.
Recibió una evaluación psicológica, pero justo coincidió con el nacimiento de su hermanito, por lo cual el especialista determinó que su comportamiento se debía a la adaptación a un nuevo miembro en el hogar, y nos sugirió bastante atención, afecto y paciencia con él.
Pero yo veía que el rendimiento escolar no era bueno, cada vez que le decía para realizar las tareas en casa se fastidiaba, prefería jugar. Termino así los 3 años y siguió en el mismo nido los 4 años, pero fue aquí donde empezaron los problemas más serios, pues Juan seguía inquieto la profesora no podía manejar ese problema en vez de ayudarlo con paciencia, empezó a utilizar el estímulo negativo, todos los días en clases. Juan Daniel me contaba que la profesora decía delante de todos sus compañeros: “Juan no sabe pintar,” “Juan no sabe recortar”, y en las tardes cuando me sentaba con él para realizar las tareas del colegio, él contestaba: “Mamá yo no sé pintar, no puedo, no me sale nada bien”.
Pues fui al colegio a conversar con la profesora sobre lo acontecido y ella negó todo, a pesar de que existían muchas madres como testigos, porque cuando acudían a recoger a los niños la profesora entregaba la mochila y lonchera de cada familiar y hacía comentarios. Cuando la nana de mi hijo llegaba a recogerlo le decía fuerte delante de todos los padres: “Dile a su mamá que Juan no ha querido pintar ni recortar, no ha hecho nada en todo el día, se ha portado mal”.
Me empecé a preocupar más, pues Juan me decía que ya no quería ir a ese colegio que si el otro año lo volvía a poner allí, no iba a ir.
Pues decidí buscar ayuda especializada para Juan y me enteré de un centro especializado, lo llevé y recibió la evaluación por el neuropediatra quien me indicó que necesitaba tres tipos de terapia: terapia ocupacional, senso-perceptual y de lenguaje porque no pronunciaba ciertos fonemas. Empezó con las terapias y estuvo en ellas cerca de seis meses, mejoró un poco su tolerancia en cuanto a ordenes y algunas actividades rutinarias.
Cuando empezó los 5 años en un nuevo colegio con solo 10 alumnos por aula, la profesora me comenta del problema de autoestima de Juan Daniel, sus negaciones a realizar actividades con las palabras: “No puedo, no sé hacer nada”, pero poco a poco la profesora fue cambiando eso con estímulos positivos y premios, hasta que Juan Daniel se empezó a sentir bien en el aula, pero el problema de desatención en el aula seguía presente a pesar de las terapias. Averigüé si realizaban terapias para atención y concentración y me dijeron que sí, primero debería ser evaluado por la psicóloga, y fue así lo hice evaluar por la psicóloga del centro en 5 oportunidades quien determinó que tenía problemas de déficit de atención y que requería terapias, pues entonces comenzaron las terapias de atención, estuvo cerca de 6 meses de terapias pero no mejoró, y es más la terapia que recibía de lenguaje tampoco lo ayudaba, y decidí ya no enviarlo más al centro.
Así pasó a 1er grado en el mismo colegio pensando que le iría bien, pero no fue así, había ya 28 niños en el aula, y el colegio tiene la metodología pre-universataria, no les interesaba si el niño no se encontraba al ritmo de los demás, y fue allí donde se empeoraron las cosas, la frustración de Juan Daniel ocasionó cambios en el estado de ánimo, se molestaba a la hora que tenía que hacer el trabajo escolar y la profesora en el colegio me reportaba que no escribía, se distraía a cada momento.
Ahora tenía varios problemas acumulados, el lenguaje que no mejoraba, el aprestamiento en el colegio y debido a la poca atención. Cuando gracias a una amiga con la que trabajo me enteré de otro centro, y fue evaluado y empezó las terapias pero por la demanda solo alcance horario para 2 meses, y le fue bien, ahora vocaliza mucho mejor aunque todavía tiene algunas deficiencias para ciertos fonemas.
Esta amiga también me recomendó la evaluación con un neuropediatra, que trata a su hija con el mismo problema que mi hijo, y fue así que decidí llevarlo a que lo evalué, esperé con ansias el día de la consulta pues me había leído ya un libro sobre el tema y solo leyendo pude comprender realmente el problema que tiene mi hijo.
Ahora ya inició la medicación y espero se adapte y tengo mucha fé y esperanza que lo ayude para que mejore su rendimiento escolar, ya que se encuentra en otro colegio con 15 alumnos por aula.
Quisiera hacer un pequeño comentario, pues en nuestro país no se conoce mucho acerca del TDAH, sobre todo en las escuelas las profesoras no están informadas del tema y no saben cómo manejar a estos niños y a quién derivarlos para una evaluación, existen instituciones que brindan el servicio de terapias y evaluaciones, pero al parecer no están de acuerdo con la medicación, pues si el niño se medica dejaría de repente de ir a sus terapias, pero están haciéndole un daño a los niños y a la vez negándoles la oportunidad de cambiar a un estilo de vida más favorable y superar sus dificultades.
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Testimonio aparecido en el boletín electrónico nº 20 del APDA, del 30 de septiembre del 2008.